Dicho lo anterior, pasemos a lo que me interesa: hay una película que me encantó desde la primra vez que la ví, esa fue 8 1/2, soy un admirador de la obra de Federico Fellini y he visto todas las que se pueden encontrar a disposición de un cinéfilo en esta ciudad. En 8 1/2, Fellini nos muestra muchos de sus temas recurrentes: Su relación con las mujeres, su pasado, su actitud como creador y sus problemas como cineasta.
Guido Anselmi es un director de cine, que de acuerdo a un contrato debe filmar una película; aunque en el fondo no tenga ni idea de qué filmar. El es invadido por una desesperación al verse imposiblitado de hacerlo y ante nosotros vemos desfilar una amplia gama de personajes en los que Fellini reflexiona sobre su propia experiencia como director de cine y creador, su pasado, su futuro y, para no variar, las mujeres.
La poesía de las imágenes son otro elemento importante, dado su carácter surrealista o hiperbólico que representa un rompimiento con el realismo a ultranza del movimiento neorrealista italiano al que Fellini perteneció y que lleva a su perfección en la Strada o en La Dolce vita. Cada una de ellas no nos habla más que del artista y su deseo de crear en libertad o del sentimiento de angustia. En ciertas atmosferas las tomas fijas, aunadas a un plano panorámico que revela lo mecánico de una situación o un traveling lento, dan esa sensación de enclaustramiento.
La representación de la mujer es una constante, de muchos de los filmes de este director, deriva de ello el término “Mujeres Fellinescas”. Lo prohibido es representado por la Saraghina, esa mujer lejana que trabaja cómo meretriz en las playas y a la cual los niños siempre buscan; también está Claudia, ella su actriz, su musa, la liberación y el amor que aparece justo en el momento en que vive una de las peores crisis creativas de su vida; su mujer es un mar de celos, siempre sospechando de Guido y se convierte en otro elemento opresivo; pero ella no está lejos de la realidad y la amante de Guido, Carla, en ese contexto no viene a ser más que un escape, una diversión, nos lo revela su actuar, su falta de capacidad intelectual. Guido está con ella sólo por su belleza. Ellas por sólo mencionar tres de toda el desfile de personajes femeninos que aparece durante la película, y sus problemas están reunidas en la escena del látigo, una viva representación de la frase que la vieja le dice a Zaratustra “Si vas con las mujeres, lleva el látigo” y él lo hace literalmente, como si Guido se tratase no de un superhombre, sino de una especie de supermacho.
Los traumas del artista son tratados constantemente: Guido no puede crear, se ve impedido de hacerlo y ante la presión de su círculo de conocidos opta por escapar, lo que representa un suicidio en el mundo moderno del mercado cinematográfico; pero es sólo cuando está libre de toda atadura que es posible crear, sólo esa libertad sirve de catálisis para iniciar la creación donde los personajes serán todas los de su vida. Ejemplifica todo esto la escena inicial de la película, el artista se eleva por sobre el ambiente aprisionador y asfixiante, es su productor el que le dice “seguramente caerá” lo cual revela el carácter efímero y grandioso del momento de la creación. Y es que el carácter autobiográfico de la obra es uno de sus fuertes, como en otros filmes es un tema recurrente, que desarrollará en su totalidad en Amarcord: La niñez, la familia, y la curia que lo cohibe en su niñez.
Recomiendo sinceramente está película, quien no la haya visto la puede encontrar en cinefilia (que valga la publicidad por esta ocasión) y si les interesa ahondar más sobre la filmografía de Federico Fellini, en la biblioteca general de nuestra universidad está el libro “200 días con Fellini” en donde se narra la filmación de ocho y medio. Bueno, con esto termina mi primera participación en este blog, espero seguir escribiendo. Los dejo con la escena inicial de ocho y medio, una de las mejores que he visto.