martes, 2 de febrero de 2010

Una opinión sobre Los detectives salvajes


En estas vacaciones, uno de los libros que ocupó mi atención fue Los detectives salvajes del escritor chileno Roberto Bolaño. Un libro increíble que narra la historia de los poetas real visceralistas o viscerrealistas e incluso vicerrealistas, utilizando en su primera y tercera parte los diarios de Juan García Madero, un estudiante de derecho frustrado al no poder ingresar a humanidades, para colocar en el medio los testimonios de diferentes personajes en diferentes partes del mundo. La novela tiene una estructura renovadora, nos muestra desde diversas perspectivas las historias de los personajes y presenta un conocimiento enciclopédico de la literatura y otros temas. En conclusión, a parte de la natural identificación que sentí con Madero, pienso que, como me dijo un amigo, todo estudiante de letras debería leer este libro.

Hay momentos que indiscutiblemente se quedarán en mi memoria, por ejemplo el de Xosé Lendoiro, exitoso abogado, o el de Octavio Paz sentado con Ulises Lima, personaje inspirado en el amigo de Bolaño, el poeta Mario Santiago Papasquiaro (ambos enemigos mortales de los seguidores de Paz) y eso me hace recordar que son episodios como estos de los cuales Bolaño dijo que uno de los objetivos de ciertos capítulos era que ambos los leyeran y pudieran reírse juntos; pero Papasquiaro murió antes de la publicación. De todos los momentos de esta obra, me quedo con éste que revela el destino de las vanguardias, de una generación que creció “leyendo a Rimbaud y a Marx”, como dijo un personaje en el momento definitivo de Arturo Belano.


"Rafael Barrios, café Quito, calle Bucareli, México DF, mayo de 1977.

Qué hicimos los real visceralistas cuando se marcharon Ulises Lima y Arturo Belano: escritura automática, cadáveres exquisitos, performances de una sola persona y sin espectadores, contraintes, escritura a dos manos, a tres manos, escritura masturbatoria (con la derecha escribimos, con la izquierda nos masturbamos, o al revés si eres zurdo), madrigales, poemas-novela, sonetos cuya última palabra siempre es la misma, mensajes de sólo tres palabras escritos en las paredes («No puedo más», «Laura, te amo», etc.), diarios desmesurados, mail-poetry, projective verse, poesía conversacional, antipoesía, poesía concreta brasileña (escrita en portugués de diccionario), poemas en prosa policíacos (se cuenta con extrema economía una historia policial, la última frase la dilucida o no), parábolas, fábulas, teatro del absurdo, pop-art, haikús, epigramas (en realidad imitaciones o variaciones de Catulo, casi todas de Moctezuma Rodríguez), poesía-desperada (baladas del Oeste), poesía georgiana, poesía de la experiencia, poesía beat, apócrifos de bp—Nichol, de John Giorno, de John Cage (A Yearfrom Monday), de Ted Berrigan, del hermano Antoninus, de Armand Schwerner (The Tablets), poesía letrista, caligramas, poesía eléctrica (Bulteau, Messagier), poesía sanguinaria (tres muertos como mínimo), poesía pornográfica (variantes heterosexual, homosexual y bisexual, independientemente de la inclinación particular del poeta), poemas apócrifos de los nadaístas colombianos, horazerianos del Perú, catalépticos de Uruguay, tzantzicos de Ecuador, caníbales brasileños, teatro Nó proletario... Incluso sacamos una revista... Nos movimos... Nos movimos... Hicimos todo lo que pudimos... Pero nada salió bien."

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